Productora/Distribuidora:
Warner Bros
Estreno: 26-07-1951
Duración: 95 min.
Subgénero: Narración musical
Tramo: -
On Moonlight Bay
(A la luz de la luna)
Películas como On Moonlight Bay pavimentan el camino del descenso a los infiernos del cine musical. Para asegurarse además de que el trecho pavimentado es suficientemente largo y pendiente la película tendrá una secuela con By the Light of the Silvery Moon (Butler, 1953).
Doris Day y Gordon MacRae habían trabajado con anterioridad en otros tres musicales, Tea for Two (Butler, 1950), The West Point Story (del Ruth, 1950) y Starlift (del Ruth, 1951). A pesar de esta continuidad, su emparejamiento parece responder más a los esfuerzos de la Warner de intentar consolidar una pareja de éxito comercial que a la buena química o a la sinergia mostrada por ambos. Las flojas interpretaciones de Gordon unidas al gesto redicho de monitora de campamento de Doris Day no contribuyen a arreglarlo. Ver a Doris Day lleva irremediablemente a recordar el cáustico comentario de Oscar Levant: Conocí a Doris Day antes de que fuese virgen.
Desde un principio la película parece tener como modelo, o incluso querer revestirse de secuela, de la sensacional Meet Me in St. Louis (Minnelli, 1944). Por la pantalla discurren la casa familiar, aquí después de la mudanza: la época –1893 en Meet Me in St. Louis, 1915 en On Moonlight Bay–, la hija animosa, el novio de la puerta de al lado, los besos a media luz, la muchacha de servicio de casa de toda la vida y, para mayor semejanza, el papel del padre autoritario, al final siempre padrazo compresivo, interpretado también aquí por Leon Ames. Lo que quizá fue un acierto comercial supondría un error artístico pues la comparación con el modelo penaliza a On Moonlight Bay desde todos los puntos de vista.
El ritmo de la película falla estrepitosamente, la trama es repetitiva, los papeles están mal perfilados, el protagonismo se reparte entre los actores sin coralidad ni equilibrio, el vestuario da auténtica grima, la coreografía es marginal e infantil, las canciones son introducidas sin sentido y resultan tan aburridas que incluso aburren a los personajes de la propia película, algo verdaderamente insólito.
Al final de la película, Gordon MacRae, que se ha vuelto todo un hombre –esto es, un norteamericano patriota, trabajador, recatado y sensato–, ha pedido a Doris Day en matrimonio y se ha alistado en el ejército junto a todos sus compañeros de universidad, para ir a luchar al frente europeo en la Primera Guerra Mundial–un tema este, el del alistamiento, que volvía por entonces a sacar ecos en la sociedad norteamericana tras el inicio de la guerra de Corea en 1950–, por lo que ambos realizan sus votos de amor en el número final, Till We Meet Again, un tema de Richard Whiting con letra de Ray Egan, que da una buena idea de la penuria de este musical.
https://www.youtube.com/watch?v=xvkMd3T79qs