Theodor Seuss Geisel fue un famoso y versátil artista norteamericano, poeta, dibujante de tiras políticas en periódicos y autor de cuentos para niños bajo el seudónimo de Dr. Seuss. Seuss es el alma mater de este musical fantástico para niños que se inscribe en la tradición de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol, y de El maravilloso mago de Oz, de L. Frank Baum: un niño se queda dormido sobre el piano mientras practica tediosos ejercicios y, en sus sueños, aparecerán personajes extraídos de la realidad –su madre, su cruel profesor de música y su amigo el fontanero– entreverados con sus miedos y deseos.

La película será un fracaso. Demasiado rara e innovadora en 1953, demasiado antigua una década después y siempre, siempre, terrorífica para niños, su pretendido público. La trama, enraizada en los clásicos, se alimenta de preocupaciones políticas de la época –como la bomba atómica o la mecanización de las personas bajo la dictadura soviética–, y su lenguaje estético introducía elementos de cine gótico, teatro, comic, cine de animación, literatura del absurdo y mundo onírico, –como los gemelos unidos por una única y larguísima barba que se desplazan montados sobre patines– y decorados nítidamente dalinianos.

Los números más singulares son el Dungeon Ballet, creación de Eugene Loring, con disparatados instrumentos musicales.

Y la secuencia del ascensor en The Dungeon Song.