Mala obra de teatro con argumento predecible y media docena de canciones olvidables. El reparto renuncia al desarrollo musical y parece intentar apoyarse en la solidez de la interpretación dramática para avanzar en el frente teatral; pero los actores no tienen ni la vis cómica ni el cinismo dramático para profundizar en la trama, ni el realizador aporta recursos para desarrollarla.

Sorprende el artificioso y teatral escenario de la vivienda –que posiblemente podría aportar dinamismo dramático en una sala de teatro, con escaleras de subida para acceder a la puerta principal de la vivienda y escaleras de bajada para entrar en el salón, pero no en el cine– y el pavoroso estilo decorativo de la época, con una estética de fría modernidad resumida en un flamante tocadiscos, una puerta corredera plegable y ventanas construidas con bloques de vidrio traslúcido.

La parte musical se limita a incrustar en la trama, y de mala manera, unas pocas canciones interpretadas por profesionales en ensayos o en escenarios. Para darle más vuelo, se incorpora al reparto a Valerie Bettis, bailarina y coreógrafa de ballet y danza moderna. Bettis es la responsable de su propia coreografía, con una puesta en escena pretenciosa e impostada modernidad que parece buscar epatar al público palurdo y provinciano de Estados Unidos. Bettis canta y baila dos temas, siendo The Call of the Wild el más elaborado de los dos.

En los musicales, es habitual y comprensible que algunos actores estén doblados cuando tocan instrumentos, ya sea un piano o una trompeta; y cada vez era más frecuente que les doblasen las voces al cantar. Esta película va un paso más allá y dobla un baile, concretamente los pies de Aldo Ray mientras baila un mambo.

Jane Wyman interpreta el único número con cierta altura y sabor a musical, un reprise de The Call of the Wild, en el que, vestida de cantante de burlesque, muestra sus dotes escénicas.

El otro tema más conseguido de Wyman, rodado mientras se ducha, es la canción It Was Great While It Lasted.