La propuesta era cuando menos sugerente, y había que intentarlo: verter una ópera –no rodar una ópera– en una película musical, manteniendo la música y actualizando libreto y personajes. Oscar Hammerstein II había trasplantado a Broadway la Carmen de Bizet, y Preminger escogería esa adaptación para, a su vez, llevarla al cine. Así, la trama pasa de Sevilla en 1820 a Carolina del Norte en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial: Carmen trabaja en una fábrica de armamento, el torero es ahora en un boxeador y el reparto es all-black.

En su momento la película sorprendió al público y fue un éxito en taquilla. Hoy, acostumbrados –sino hartos– a todo tipo de hibridación y apropiación cultural, así como al reinado de los directores de escena en la ópera, la obra ni sorprende ni resulta. Como película musical resulta pesada, rígida, sin ritmo, impostada. Como ópera, ni los actores ni las voces cuentan con la fuerza –o el artificio– dramático suficiente para sostener la música. Harry Belafonte, popularísimo por entonces tras el éxito de sus canciones de ritmo calypso, carecía de experiencia dramática; y Dorothy Dandridge, aunque había participado en más películas, nunca había actuado como protagonista. Y lo mismo podría decirse del resto del reparto. Por otra parte, Belafonte y Dandridge acaban desempeñando el papel de hermosos floreros pues, si bien ambos eran buenos cantantes, aquí ambos cantan doblados –por LeVern Hutcherson y Marilyn Horne, respectivamente– al no tener ninguno la técnica y textura vocal adecuada para interpretar temas de ópera.

Con estas debilidades, la película está sostenida por la correcta realización de Preminger y por el impactante CinemaScope que la Fox había empezado a usar un año antes con unos resultados espectaculares.

En su conjunto el resultado es insuficiente e irregular, tal como se aprecia en los números Gypsy Song o Dat Love.

Esta pesantez no se nota sin embargo en los números corales como Whizzin' Away Along the Track o There's a Man I'm Crazy For, que resultan mucho más modernos, interesantes y entretenidos que el resto de la película.

Más allá de su calidad artística, las películas all-black aún conseguían provocar un enorme impacto social y suponían avances para lograr la visibilidad de la comunidad afroamericana. Gracias a esta película Dorothy Dandridge será la primera mujer negra en ser nominada al óscar a la Mejor Actriz y la primera en aparecer en la portada de la revista LIFE. Dandridge –que durante esta película iniciaría un romance con Preminger– sería también la protagonista del musical Porgy and Bess (Preminger, 1959).