Comedia romántica basada en una novela de Jean Webster que ya ha dado pie a casi una docena de películas. El título de la obra juega con el nombre que, coloquialmente, se da en inglés a algunas arañas de jardín de largas patas. A pesar de contar con tantas versiones, esta adaptación musical sigue siendo la más conocida.

La película sería la primero rodada por Astaire en Cinemascope; la primera y última rodado con la Fox, la primero y última bajo la dirección de Jean Negulesco, y la primera y última coprotagonizada por Leslie Caron. Sería la primero de las tres que rodaría en aquellos antes con ambientación francesa, viniendo después Funny Face (Donen. 1957) y Silk Stockings (Mamoulian, 1957). Pero, sobre todo, Daddy Long Legs es de lejos el peor musical de Astaire en la década de 1950: las canciones son irrelevantes, la realización de Negulesco, una tragedia; la interpretación de Leslie Caron atroz y ni Astaire ni el equipo consiguen adaptarse al Cinemascope. Apoyado por el coreógrafo Dave Robe Astaire explora las posibilidades que ofrece el nuevo formato apaisado, pero sus clásicas rutinas, desnudas de todo lo que no sea su baile, son incapaces de llenar la pantalla, y se le ve perdido en los decorados, empastado con los feos colores de la película.

La pareja Astaire-Caron no funciona en ningún momento. La diferencia real de edades, 56 frente a 24, no era un problema pues es una exigencia de la trama. Astaire pliega sus coreografías a las habilidades de Caron, formada en ballet clásico, pero la pareja no muestra química, no provoca empatía y cada baile resulta penoso. Caron muestra sus muchas limitaciones y Astaire, triste viudo reciente, no transmite emoción: todo luce falso.

La película empieza con una rutina bailada y cantada en solitario por Astaire, History of the Beat, decepcionante por lo breve y por lo poco que se extrae de Astaire, que arranca tocando uno de sus instrumentos favoritos, la batería, como había mostrado en Nice Work If You Can Get It (A Damsel In Distress, Stevens, 1937), y en el genial Drum Crazy (Easter Parade, Walters, 1948). La realización, con multitud de planos y cambios de encuadre,  acaba reduciendo la rutina a escombros.

La película utiliza las ensoñaciones del personaje de Caron sobre cómo será el anónimo protector que vela por ella para encajar tres números cómicos independientes bajo el título de Daydream Sequence, los tres acompañados por una chirriante orquesta. En el primero Astaire aparece primero como un millonario tejano –cantando doblado, por primera vez en su carrera, por Thurl Ravenscroft–, luego como un playboy y por último en un afectado y olvidable baile en pareja, en el que Astaire hace de ángel de la guarda de Caron.

Las secuencias de ballets están coreografiadas (?) por Roland Petit, incluyendo el interminable número final Nightmare Ballet, en el que Caron demuestra intensamente a lo largo de doce minutos su total falta de carisma.

Resulta interesante la secuencia del baile de la universidad, con el entonces ritmo moderno sluefoot, con el que Astaire –subido a un flojo guion con un inestable tono de comedia–, parece intentar demostrar su capacidad para asimilar y ejecutar cualquier nuevo baile –el debut de Elvis Presley con Love Me Tender (Webb, 1956) no se produciría hasta el año siguiente–, pues conoce la esencia del ritmo y la danza. Astaire parece estar aquí representando el nudo de un conflicto, las dudas de toda una industria que ve cómo todos los esquemas del pasado han perdido su sentido.

La película incluye asimismo una agradable composición de Mercer, Something's Gotta Give, pero la dinámica de la película dificulta disfrutarla.