En su evolución, el cine musical, y una vez superada la fase de creatividad y desafío juvenil, no sólo da por cerrado su conflicto con las músicas y danzas clásicas europeas –la ópera y el ballet–, sino que ahora busca absorberlas y superarlas en su propio campo mediante espectáculos creados con ilimitados medios materiales.

Los compositores que, durante estos años, marcarían la pauta del musical clásico norteamericano, tanto en Broadway como en Hollywood, Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, serán los exponentes más claros de este reposicionamiento: sin quitar un ojo de la taquilla, sus musicales incorporan elementos de la ópera y el ballet, buscan ser respetables, adquirir el prestigio de lo culto. Sus obras se construirán siguiendo siempre un mismo patrón en el reparto: un barítono de voz fuerte, una soprano ligera y el apoyo de un tenor y una alto, por lo que sus musicales acaban aproximándose a óperas ligeras, operas-musicales.

Tras el tremendo éxito obtenido en Broadway con Oklahoma! (1943), Rodgers y Hammerstein decidieron proseguir su colaboración. Su segundo musical sería Carousel (1945), una ópera de música popular norteamericana, con flojo guion y engoladas canciones. En la década de 1950, la RKO llevará al cine Oklahoma! (Zinnemann, 1955), y al año siguiente la 20th Century Fox repetirá la idea, llevando al cine Carousel. Si hoy día Oklahoma! se visiona con desasosiego, Carousel se hace interminable desde el primer fotograma. Lo que en 1945 pudo haber resultado moderno en un teatro, en 1956 –tras el impacto de la Segunda Guerra Mundial y la metamorfosis de la sociedad– es una propuesta artísticamente antediluviana que, aunque en su momento obtuviera éxito, hoy sólo provoca desaliento.

Como realizador se escogió a Henry King, que había rodado su primera película antes de la Primera Guerra Mundial, y su labor también suma para adormecer la película, que es lenta no sólo por un lento desarrollo o por recrearse morosamente en algún concepto, sino por su total falta de tracción, con secuencias vanas y tediosas, muchas de ellas rodadas en exteriores en lo que no se aprecia más que puro alarde económico y de producción, pues resultan innecesarias y gratuitas, añadiendo únicamente ruido al conjunto y resaltando la falta de enjundia de los actores y el acartonamiento de los números musicales, diseñados, ejecutados y montados igual que si estuvieran sobre un escenario teatral.

Para mayor sinsabor, y como muestra de los múltiples frentes en los que ha envejecido fatalmente esta obra, el flojo guion está atravesado por la recurrente mención a los maltratos físicos que el protagonista habría infligido a su pareja. Cerca del final, la víctima del maltrato mantiene este diálogo con su hija, con el que se pretende blanquear el sufrimiento: los golpes no fueron sino una prueba de amor pues, si hay verdadero amor, no duelen.

De los números de la obra, podrían mencionarse dos. El primero, June Is Bustin' Out All Over. Un largo ballet que continuamente evoca la coreografía de Michael Kidd para Seven Brides for Seven Brothers (Donen, 1954), con sus acrobacias, pero sin su lirismo.

https://www.youtube.com/watch?v=0I-790dGx-o

El segundo número, You'll Never Walk Alone, corresponde a una suerte de responso interpretado por Shirley Jones y Claramae Turner antes el cadáver de MacRae, muerto tras clavarse por accidente –accidente en la versión de cine; sobre el escenario, su muerte se produce por suicidio– un cuchillo cuando, tras un robo frustrado, intentaba huir de la policía. Este tema tendrá un reprise al final de la película, interpretado por un coro de escolares.

https://www.youtube.com/watch?v=B7YhWIzd-gc

El tema You'll Never Walk Alone tendrá innumerables versiones. Una de las más famosas será la que en 1963 realice Gerry & The Pacemakers, la banda de Liverpool liderada por Gerry Marsden. El grupo supo adaptar el tema al sonido Mersey, transformándola en una balada juvenil que, con el tiempo, sería adoptada como himno oficial de varios clubs deportivos, como el Liverpool F.C.

https://www.youtube.com/watch?v=va393I8wK20

Al igual que en Oklahoma! (Zinnemann, 1955), en Carousel se buscan complicidades con la tradición culta europea e incluye un largo ballet, A Seaside Fantasy, en esta ocasión de sólo ocho minutos de duración, interpretado en los roles principales por Jacques d'Amboise –más recordado por su papel de Ephraim en Seven Brides for Seven Brothers (Donen, 1954)– y Susan Luckey. El número, y también al igual que en Oklahoma!, siendo más creativo y complejo que la plana película, resulta como una pieza independiente que no empasta con el resto de la película y, a pesar de su calidad, se percibe como un freno al interrumpir el mismo de la misma.

https://www.youtube.com/watch?v=ZYY6DhNGJAk