Película basada en un musical de Broadway de George Abbott y Jerome Robbins, basado a su vez en una novela de Richard Bissel, 7 1/2 cents. La trama –de contenido social, un tema muy novedoso para una película musical– gira en torno a la lucha que entablan los obreros de una fábrica de pijamas para conseguir un aumento de salario de 7 1/2 centavos a la hora.

La aspiración de Abbott era –al igual que sus contemporáneos Rodgers&Hammestein– reproducir en la pantalla el montaje de Broadway. En la misma medida que lo consigue –interpretaciones, decorados, iluminación, vestuario– logra también que la obra no sea una película musical sino el rodaje de un musical de Broadway. La aproximación provoca importantes distorsiones, como la interrupción del lenguaje teatral con las súbitas irrupciones del lenguaje puramente cinematográfico, como un simple primer plano. O el volumen y modulación de las canciones, necesariamente impostadas, dramatizadas para un escenario que, al ser traspasadas a la pantalla sin ajustes, se convierten en voces sobreactuadas y gritos desaforados.

John Raitt, protagonista masculino en Broadway, lo es también de la película. La elección es desacertada pues su físico, seguramente adecuado para dominar un escenario de teatro, satura con su presencia monolítica una comedia musical: el duro gesto, la mirada torva y una sonrisa dramatizada sobrecargan su papel, colocándolo en las antípodas del rol con el que el público debería empatizar. Su voz rocosa tampoco provoca complicidades en una pantallae. Al parecer los ejecutivos de la Warner le habrían aceptado a Abbott mantener todo el reparto de Broadway a cambio de sustituir a uno de los dos protagonistas por un actor popular, con gancho comercial. Se intentó fichar a Frank Sinatra pero, al declinar este, se mantuvo a Raitt y la que salió del reparto fue la protagonista femenina para dar cabida a Doris Day.

Con los nuevos aires del género, la base musical se aleja del jazz y devine en música sin rostro ni melodía, cuya única función pasa a ser sostener el texto de la trama. La renovación más interesante de la película viene de la mano de la coreografía de Bob Fosse: la coreografía clásica salta por los aires. Con Bob Fosse el lenguaje de los cuerpos abandona el género y se convierte en unisex. Los movimientos se alejan de los bailes de moda y se acercan más a la danza. Los gestos se individualizan pero confluyen con los otros creando una nueva coralidad. En Once-A-Year-Day, con multitud de figurantes, se ven acciones desligadas del conjunto, expresiones de experiencias individuales. Esta concepción de Fosse –en lo que por momentos parece una adaptación del método Stanislavski a la danza–, explota en el breve e intenso Stream Heat: puro, íntimo, minimal, cómico, cómplice, unisex, tierno, espasmódico, juguetón, usando el suelo, las palmas de las manos, el propio cuerpo. El baile tonto y tierno, un poco paródico, que se realizaría delante de un amante.

El número está liderado por Carol Haney, acompañada de Buzz Miller y Kenneth LeRoy. Haney había desarrollado parte de su carrera junto a Gene Kelly, actuando como su asistente en películas claves como On the Town (Kelly-Donen, 1949),  Summer Stock (Walters, 1950), An American in Paris (Minnelli, 1951), Singin' in the Rain (Kelly-Donen, 1952) o Invitation to Dance (Kelly, 1956). Con Fosse también había trabajado y bailado en el número From this Moment On de Kiss Me, Kate (Sidney, 1953)

Uno de los temas de la película, Hernando's Hideaway, se hará muy popular, con decenas de versiones. El tema lo interpreta, tanto en Broadway como en la película, Carol Haney. En su momento la base rítmica del tango probablemente resultaba un divertido revival, hoy ha perdido su encanto. El final del número, con una coreografía y un agran fotografía que combina oscuridad con rostros iluminados por velas, es excesivamente teatral pero sigue resultando diferente e interesante.