Nueva producción alemana sobre la vida de los Trapp, articulada como secuela de la exitosa Die Trapp-Familie (Liebeneiner, 1956) y repitiendo gran parte del equipo técnico y reparto. La película mantiene la alta calidad cinematográfica y el intento de verosimilitud, convirtiéndose por momentos en un docudrama sobre la supervivencia de emigrantes europeos en USA, con ciertas lógicas similitudes a Deep in My Heart (Donen, 1954).

Musicalmente, la obra va un paso más allá que Die Trapp-Familie y algunas canciones se integran con la trama e incluso forman parte de la misma, como en la secuencia de la construcción de la casa. Como película de emigración, las interpretaciones se tiñen de nostalgia, una nostalgia ecuménica en la que se reconocen todos los emigrantes del arrabal en el que viven, como recoge el número Old Black Joe, del norteamericano Stephen Foster, y la canción popular alemana Wenn alle Brünnlein fließen.

Resulta interesante de ver cómo se refleja el conflicto, recurrente en el cine de género, entre música culta europea y popular norteamericana, pero visto ahora desde el punto de vista de los europeos inmersos en su tradición cultural: Es demasiado difícil. Algo incomprensible para los norteamericanos (…) América debe conocer a los maestros clásicos de la música más inspirada. Esta es nuestra misión. Finalmente, los protagonistas asumirán su necesidad material de adaptarse a los gustos de un público que lo que busca es espectáculo y entretenimiento, renunciando a cantar coros de iglesia compuestos por Bach o Palestrina. Entre tantas dificultades, una de sus fortalezas será su sensibilidad y respeto por la música popular, herencia del romanticismo, con la que interpretan clásicos populares norteamericanos, como este otro tema de Stephen Foster, el celebérrimo Oh! Susanna.

El último tema de la película, cantado como homenaje a sus benefactores, es Kein schöner Land in dieser Zeit, una de las canciones populares alemanas más famosas.

Cinematográficamente, resultan muy interesantes las tomas de un Nueva York observado con ojo europeo, mezcla de notario didáctico y turista boquiabierto.