Producción británica con cierta ambición como drama y ninguna como musical. La obra está dirigida por Ronald Neame, un veterano y aseado director que había debutado en 1934 y que se haría muy popular al final de su carrera con los taquillazos de The Poseidon Adventure (1972) y The Odessa File (1974).

Toda la película gira alrededor de Judy Garland, terriblemente desgastada con sólo 41 años –morirá en 1969, con 47, por una sobredosis accidental de barbitúricos– en la que será su última película. Garland interpreta cuatro canciones, todas sobre el escenario de un teatro: Hello Bluebird, It Never Was You, By Myself, y I Could Go On Singing, que da título a la película y que está compuesta por Harold Arlen y E. Y. Harburg, sus autores fetiche desde el celebérrimo Over the Rainbow. La película incluye otras dos canciones interpretadas por un coro escolar.

Garland interpreta el papel de diva genialoide, desquiciada y desquiciante que, inevitablemente, evoca su propia biografía de espiral autodestructiva. La melodramática trama tiene mejores diálogos que argumento, con múltiples lagunas y trastabillando entre lo predecible y lo confuso, aunque sin duda los amantes del género y/o de Judy quedarán atrapados en las dobles lecturas de los diálogos, imaginando oír y compartir su dolor novelado.

Los números musicales de Garland resultan planos, rodados como si formaran parte de un programa de entretenimiento para la televisión, aunque cuentan con una calidad de sonido excelente, sin duda pensando en la posterior edición discográfica. Los cuatro temas escogidos son interpretados por Garland de forma curiosa, singular, buscando tanta intensidad en el sentimiento como en el gesto, con una entrega que le dan un aire de cantante francesa, y con letras que pueblan de significados paralelos la película y la biografía de Garland de forma que, cada tema, adquiere el halo de un testamento.

El primer número, Hello Bluebird, arranca hermoso e intenso, desvelándonos a Judy tras el telón, antes de salir al escenario.

El último número, I Could Go On Singing, resuena como un resumen vital con la declaración de intenciones de Garland.

La película íntegra en