Rodada en blanco y negro y con un coste de doscientos mil dólares A Hard Day's Night recaudó 12 millones. Si Elvis había revolucionado la música y la cultura juvenil, con The Beatles se abría una nueva dimensión. La aportación más relevante de esta película no radicará sin embargo tanto en las composiciones del grupo como en la cinematografía y su marcada influencia del estilo free cinema. En el futuro, el impacto de A Hard Day's Night será marginal en el género del cine musical pero clave, fundacional, en el género del videoclip musical.

Desde mediados de la década de 1950 el cine europeo se estaba renovando en su forma y temáticas, destacando Francia con la nouvelle vague e Inglaterra con su free cinema, un movimiento que se desarrolla entre 1956 y 1966. Los directores del free cinema estaban implicados con los movimientos culturales y sociales de la clase trabajadora e intentan reflejar su realidad con autenticidad, lo que se traduce, entre otros aspectos, en rodajes en exteriores, sin decorados, y diálogos e interpretaciones que buscan el habla natural y la espontaneidad de los actores. Sobre estas bases formales, Richard Lester, nacido en Estados Unidos, rueda un documental musical con cámara al hombro, planos cortos y desenfocados, humor coloquial, carreras atropelladas y tropezones, todo ello ensamblado con un logradísimo montaje final. Resultado de todo lo anterior, A Hard Day's Night se convierte en un magnífico documental novelado de un día de The Beatles, pero no es cine musical.

Respecto a la parte musical, y más allá de las obras maestras interpretadas por el grupo, la película consagra el baile como expresión individual, el baile suelto, influido por los ritmos y las contorsiones de bailes de raíz africana –el baile occidental siempre se había basado en los movimientos de pies, manteniéndose rígido el tronco–, sujeto a modas pero liberado de movimientos sincronizados o coreografías.

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