A comienzos de la década de 1960 se disolvía el mayor equipo de profesionales dedicado a películas musicales, la célebre Freed Unit de la MGM, en la que había convivido un ecosistema de músicos, arreglistas, directores artísticos, decoradores, coreógrafos, peluqueros, montadores… bien coordinado y experimentado en el trabajo conjunto del género musical. Los cambios sociales y la evolución del mercado del ocio habían terminado por estrangular a los grandes estudios; a todos menos a uno, Disney, que, con su cine de animación, cada vez sacaba más jugo a las partes musicales y, durante años, se convertirá en el referente, si no único exponente, del género.

Walt Disney llevaba más de veinte años queriendo llevar a la pantalla las aventuras de una niñera británica, Mary Poppins, un personaje de literatura infantil creado en 1934 por Pamela L. Travers y desarrollado en varias novelas a lo largo de varias décadas. Disney consiguió por fin la autorización de la escritora, aunque los diferentes criterios de cómo llevar la obra a la pantalla –en la novela, Mary Poppins era más un sargento que una colega, y a la escritora le disgustó tanto el uso de la animación como el flirteo entre la niñera y el deshollinador­– llevó finalmente a un enfrentamiento irresoluble entre la escritora y Disney.

Para llevar adelante el proyecto, Walt Disney contaba con su propia, potente y coordinada Disney Unit, todos de la casa. Además de, obviamente, todo el equipo de animación de la factoría, contaba como productor con Bill Walsh, el productor de las películas “realistas” de Disney. Walsh era también escritor y sería el corresponsable del guion junto a Don DaGradi, otro veterano de la casa; ambos ganarían el óscar al Mejor Guion Adaptado. En la realización, Robert Stevenson, que dirigiría 19 películas para Disney entre las décadas de 1960 y 1970. En la fotografía, Edward Colman, otro habitual de Disney en esa época. Para el montaje, Cotton Warburton, desde 1956 en los estudios Disney y que también ganaría un óscar por su labor en esta película. Como director artístico, Disney había incorporado a principio de la década a Carrol Clark, un clásico del género que había estado nominado al oscar por su trabajo en los musicales The Gay Divorcee (Sandrich, 1934), Top Hat (Sandrich, 1935), A Damsel in Distress (Stevens, 1937) y Step Lively (Whelan, 1944), y que lo estaría también por Mary Poppins. Incluso el peluquero, La Rue Matheron, sería un fijo en Disney durante la siguiente década. Componiendo las canciones, dos clásicos de la casa, los Sherman Brothers, Robert y Richard, que eran parte del equipo de Disney desde 1961; compositores de, entre otras, The Sword in the Stone (1963), Winnie the Pooh and the Honey Tree (1966), The Jungle Book (1967), The Aristocats (1970) o Bedknobs and Broomsticks (1971).

Por señalar otros especialistas, aunque no habituales en el equipo de Walt Disney, estarían Irwin Kostal, responsable de orquestación, que había colaborado en West Side Story (Wise-Robbins, 1961) y tendrá largo recorrido en el género con The Sound of Music (Wise, 1965), Half a Sixpence (Sidney, 1967), Chitty Chitty Bang Bang (Hughes, 1968) o Bedknobs and Broomsticks (Stevenson, 1971) también con Disney; en la coreografía, Marc Breaux y su mujer Dee Dee Wood, que se convertirían en colaboradores habituales de los Sherman Brothers y, tras el éxito con Mary Poppins serán en el futuro los coreógrafos de Chitty Chitty Bang Bang (Hughes, 1968) y de The Sound of Music (Wise, 1965); y, en el vestuario, Tony Walton, responsable del diseño visual de decenas de producciones en Broadway.

En cuanto al reparto, el protagonismo indiscutible recae sobre Julie Andrews. Andrews era una solvente actriz de teatro musical, y había logrado celebridad en Broadway con sus papeles de Eliza Doolittle en My Fair Lady (1956), y como Reina Ginebra en Camelot (1960), pero nunca había actuado en una película y su salto al cine estaba cuestionado tras haber sido descartada por Jack Warner para la adaptación cinematográfica de My Fair Lady (Cukor, 1964) –el papel se lo llevaría Audrey Hepburn–. El instinto de Walt Disney le hizo sin embargo apostar por esta debutante y Andrews ganará el premio de la Academia a la Mejor Actriz.

Como protagonista masculino, Dick Van Dyke en el papel de Bert. Van Dyke muestra muy buena sintonía con Julie Andrews y su interpretación, dada su limitación de recursos dramáticos, es mágicamente buena, al igual que la divertidísima, realmente tronchante imitación de anciano que realiza en su doble papel de Mr. Dawes. Mencionar también al cómico Ed Wynn en el papel de Uncle Albert, riéndose en lo alto de la habitación en otra escena emblemática de la película, aunque resulte un poco desligada del resto de la trama.

Más allá de lo pegadizo de las canciones, la fuerza visual de cada plano –como si cada uno de ellos tuviera que ser potencialmente válido para formar parte de un álbum de cromos, una de las pocas formas de capitalización de un éxito infantil en aquellos años– y de cada número es absoluta. Sin grandes alardes en la fotografía, sin montajes espectaculares y con cámaras fijas como en el musical clásico, la factoría Disney construyó imágenes indelebles.

Los números se mueven entre el tono alegre y naturalista del music-hall (The Perfect Nanny, Fidelity Fiduciary Bank…) y aquellos en los que se superpone, enriquecidos o no con la animación de Disney, la realidad y la fantasía. Estos últimos aportan sin duda los mejores momentos al musical y al género, como Jolly Holiday y Supercalifragilisticexpialidocious

https://www.youtube.com/watch?v=zy7XEMeBROQ

https://www.youtube.com/watch?v=he1jY6tYsbM

https://www.youtube.com/watch?v=tRFHXMQP-QU

O Step in Time, con la fantasiosa imagen de las siluetas de los deshollinadores bailando locamente sobre las chimeneas de Londres.

https://www.youtube.com/watch?v=4I-b_GJ4ltk

Mary Poppins estaría nominada a trece premios de la Academia y ganaría cinco, Mejor Actriz, Montaje, Música Incidental, Efectos Especiales y Canción por el tema Chim Chim Cher-ee.