Musical cómico e infantil, basado en enredos simplones, entradas, salidas, imposturas, carreras, suplantaciones de identidad, cambios de cuarto y de género, persecuciones de cuadrigas, chistes gruesos, algún gag a lo Monty Phyton y la presencia del magistral Buster Keaton, recordándonos cómo se debe golpear uno contra un árbol para provocarnos una risa profunda.

La película está basada en un multipremiado musical de Broadway –el primer musical escrito íntegramente por Stephen Sondheim tras sus éxitos como letrista en West Side Story (1957) y Gypsy (1959)–, estrenado en 1962. Para garantizar las esencias de la obra sobre el escenario, el reparto de la película cuenta con Mostel –su mayor éxito en Broadway lo consiguió en 1964 por su papel como protagonista del musical Fiddler on the Roof– y Gildford, ambos protagonistas en el musical de Broadway. Como en otros muchos casos, esta búsqueda de la fiel reproducción de la obra sobre el escenario deriva en sobreactuación y resulta cansina, las miradas a cámara no funcionan y, la prisas desenfadadas de grupo pop que imprime la realización de Richard Lester, –frescos aún sus rodajes de A Hard Days’s Night (1964) y Help! (1965)– no coinciden con la velocidad  y pausa necesaria para, acaso, disfrutar de la obra.

Musicalmente, las canciones suenan ajenas, paralelas a la obra, superpuestas sin sentido sobre la película e interpretadas como un chascarrillo sin emoción.

Como curiosidad local, la película se rodó en los estudios de Samuel Bronston en Las Matas (Madrid), aprovechando el decorado de la película Fall of the Roman Empire (Anthony Mann , 1964).

Un número representativo de la película, Everybody Ought to Have a Maid.

Y, por recordar al genial Buster Keaton en la que será su última película, ya que moriría poco tiempo después.

La película íntegra en