Valley of the Dolls no es un musical, pero gira en torno al negocio del espectáculo musical, el verdadero protagonista de la obra. En torno a ese negocio, la trama reúne y desarrolla trágicos personajes basados en arquetipos del mundo del espectáculo, poniendo el foco en su fontanería y en los aspectos más oscuros: abogados, cosificación, desarraigo, explotación. La película acaba con un beatus ille, aconsejando abandonar vanidades y oropeles y regresar a vivir en pequeñas y tranquilas comunidades rurales.

Durante años esta película fue catalogada como una de las cincuenta peores de la historia, lo que resulta injusto pues es mala a secas, sin mayores méritos. Sus principales defectos son la realización –con el agravante de que, al poco talento, se le une las ínfulas de modernidad y el uso de recursos técnicos tipo halo de niebla en torno a las imágenes– y la flojísima interpretación de las tres actrices protagonistas, incapaces de sostener el pulso del drama. Por lo demás, el avance de la trama se sostiene en un guion muy correcto que, aunque predecible, va desenvolviendo y progresando en paralelo las biografías de las tres actrices.

Pero si la película sigue conservando su pequeño hueco en la historia del cine musical, es porque rápidamente se adivina que –aunque en el primer fotograma se advierte que todo es ficción y cualquier parecido con personas reales es pura coincidencia–, el personaje de la actriz incapaz de seguir el ritmo del trabajo, que se autodestruye subida a una montaña rusa de anfetaminas y calmantes, está basado en la biografía de Judy Garland. Parece de hecho que la primera idea de los productores fue proponerle el papel a la propia Garland, pero acaso no fue más que una tetra publicitaria, y acabarán contratando para ese papel a Susan Hayward. Otro aspecto morboso, este sobrevenido, que rodea a la película y que llevaría a reestrenarla a los pocos años de su fracasado estreno, fue el mediático asesinato de una de sus protagonistas, Sharon Tate, lo que en cualquier caso no modifica que la interpretación de esta actriz sea la peor de la obra.

El guion resalta aspectos oscuros que nunca se incluyen en los biopics oficiales del género musical. No se queda en la explotación de los actores, los celos o la decadencia profesional, sino que entra de lleno en la drogadicción y la prostitución. La traducción literal del título, El valle de las muñecas, provoca que se pierda un matiz clave, un doble sentido. En el argot de la década de 1960, los calmantes y barbitúricos –downs– eran conocidos como dolls, o sea, El valle de los barbitúricos.

Como musical, la música está dirigida por el premiado John Williams, pero únicamente se utiliza para presentar el negocio y los personajes. Por lo demás, las actrices están dobladas cuando cantan, Susan Hayward por Margaret Whiting en I'll Plant My Own Tree, y Patty Duke por Gaille Heidemann en Give a Little More y en It's Impossible.

El tema principal, Valley of Dolls, famoso en su momento, estaba interpretado por Dionne Warwick.