En 1963 se estrenó en Londres Half a Sixpence, un musical basado en una novela de H.G. Wells ambientada en el siglo XIX. La obra fue llevado al cine en 1967, con irregular acierto, pero revalidaba la idea de convertir en musicales novelas clásicas de la literatura universal. Oliver Twist, la novela de Charles Dickens, fue la escogida.

El cine británico siempre ha destacado por dos aspectos: la magnífica ambientación de las películas de época, rica y detallista; y la sistemática autopromoción de su monarquía y su imperio. Desde el primer fotograma se aprecia que Oliver! es una producción británica.

Aunque Oliver Twist cuenta con múltiples adaptaciones, esta versión, que edulcora la crítica social de Dickens y caricaturiza a los personajes para adecuarlos a un público infantil, se convertirá en la adaptación más exitosa. La Academia también se lo reconocerá con once nominaciones, de las que ganará seis, incluyendo Mejor Película, Director y una especial mención para la coreografía de Onna White.

Aunque la obra es coral, destacan la buena labor de dos actores, Ron Moody y el joven Jack Wild, y el peso de la trama y las canciones está bien distribuido a lo largo de la película.

El compositor de música y letra es Lionel Bart, un músico autodidacta de talento innato que había adquirido cierta fama como compositor de canciones pop. Dado que Bart era musicalmente hablando, analfabeto, pues no sabía ni leer ni escribir partituras, necesitó tararear a un músico los veintiún temas de la obra para que trascribiera las notas.

Musicalmente, el peso de las canciones es relevante y se incluyen pegadizas melodías pero, como género, la parte más interesante son las coreografías de Onna White, armadas con mucha personalidad, que cuentan con el apoyo de un rico vestuario y un cuidado y trabajado montaje, si bien ya se empieza a sufrir la coreografía en la postproducción, con una media de cambio de plano cada 6 segundos.

Pueden destacarse dos números. El primero, I'd Do Anything, logrado visualmente y muy eficaz, sirve para presentar a los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos.

El segundo, emocionante, épico, sofisticado y complejo, es Who Will Buy. Aunque fuera sólo por el sincopado caminar de las mujeres que venden leche, este número merecería formar parte de las antologías del género.