Cartel

Notas de Cine Musical

Productora/Distribuidora:
Warfield Productions / United Artists

Estreno: 16-12-1968

Duración: 145 min.

Subgénero: Narración musical

Tramo: -


Notas de Cine Musical


Chitty Chitty Bang Bang


(Chitty Chitty Bang Bang)



En 1964 se estrenaron dos películas musicales de enorme impacto popular, la fantasía para niños Mary Poppins (Stevenson, 1964), que narra las peripecias de unos niños envueltos en las mágicas dotes de su niñera, y la comedia romántica My Fair Lady (Cukor, 1964), sobre un excéntrico profesor misógino. Ambas películas eran producciones norteamericanas –la primera de la factoría Disney, la segunda de la Warner–, ambas estaban basadas en novelas de escritores de habla inglesa –la primera; de Pamela L. Travers, australiana; la segunda, de George Bernard Shaw, irlandés– y ambas estaban situadas en el Londres eduardiano, aunque rodadas en localizaciones de Estados Unidos. Entre las dos películas arramblarían con trece premios de la Academia cinco la primera –incluyendo Mejor Actriz, Música Incidental, Efectos Especiales y Canción Original–, y ocho la segunda –incluyendo Mejor Película, Actor y Director–, dejando en la cuneta otros dos musicales estrenados aquel mismo año, también de ambientación vintage pero de contenidos radicalmente yankees, The Unsinkable Molly Brown (Walters, 1964) y Robin and the 7 Hoods (Douglas, 1964).

Alguien debió pensar que los artistas y la imagen de Inglaterra estaban siendo capitalizados por la excolonia, y que el siguiente musical con estos mimbres debería ser una producción británica. Así que, la antigua metrópoli, se puso manos a la obra.

En primer lugar se buscó una novela de un escritor inglés que tuviera una trama situada en Inglaterra, entre finales del XIX y principio del XX, y tuviera como protagonistas o bien niños con trama fantástica o bien un profesor excéntrico. El productor de la película, Albert Broccoli –conocido como Cubby–, era un norteamericano que había realizado su carrera en el Reino Unido y que pasaría a la historia por ser el productor de las primeras películas de James Bond, el agente creado por Ian Fleming. Inopinadamente, resultaba que Fleming, autor de referencia para Cubby, había publicado ese mismo año, 1964, una novela para niños –su última novela, la muerte le impedirá verla publicada– titulada Chitty-Chitty-Bang-Bang: The Magical Car, que tiene lugar en la Inglaterra eduardiana, trata de un profesor excéntrico, viudo y con dos hijos y que, gracias a sus inventos, se adentra en un mundo de fantasía junto a una joven con la que se acabará casando. Bingo, aquello era un pleno.

Como el imperio quería lucirse, la producción contó con un presupuesto de 10 millones, muy holgado si se compara con los 6 de Mary Poppins, la obra de referencia a superar. Estaalegría presupuestaria se notó a la hora de contratar actores y técnicos. Para el papel protagonista se escogió a Dick Van Dyke, aún ornado por el éxito de su papel en Mary Poppins. Como compositores a los hermanos Robert y Richard Sherman, en la que sería su primera colaboración fuera de la factoría Disney, para quien compondrían no sólo la banda sonora de Mary Poppins, también The Jungle Book (1967), The Aristocats (1970) o Bedknobs and Broomsticks (1971) entre otras muchas obras. Como responsable de la coreografía a Marc Breaux, que lo había sido también en Mary Poppins y The Sound of Music (Wise, 1965). Para la orquestación, a Irwin Kostal que, como era de sospechar, lo había sido también de Mary Poppins (Stevenson, 1964) y de The Sound of Music (Wise, 1965). Como guionista para adaptar la novela de Fleming se contrató al escritor de literatura infantil inglesa por entonces más exitoso, Roald Dahl. Como supervisor de los efectos especiales, a John Stears, entonces conocido por ser el creador de los inventos del agente 007, pero futuro diseñador para Star Wars (Lucas) de máquinas y robots, como R2-D2 y C-3PO; y como diseñador de las máquinas delirantes al creador Rowland Emett

Con este plantel, todo parecía atado y bien atado. La película fue un fracaso mayúsculo. El realizador Ken Hughes aparece como gran responsable de una obra fea, irregular y descompensada –ora líquida, ora grumosa– con el ritmo mal gestionado desde su inicio, con una interminable e intrascendente carrera de coches. Pero hay que buscar también la responsabilidad en la ingenua concepción del proyecto, por pensar que cogiendo algo de aquí y algo de allá se podía armar un musical.

Por mencionar algún número, el homónimo de la película, Chitty Chitty Bang Bang.

https://www.youtube.com/watch?v=ZTTzcXSLjhI

Y, sobre todo, Doll On a Music Box/Truly Scrumptious. Se trata de un número con un enorme potencial pero, rodado con una fea fotografía y una dirección indolente, está sin desarrollar, no está cuajado. En este número se aprecia la alta calidad individual, y aislada, de los creadores pero también la falta de una industria y la falta de un proyecto conjunto.

https://www.youtube.com/watch?v=F4ZBSUx6l64