Producción francesa con protagonista norteamericana, Josephine Baker, la Perla Negra. El conjunto falla estrepitosamente. La dirección es torpe, vacilante; los recursos del lenguaje cinematográfico se utilizan al buen tuntún; el montaje lo realiza un desalmado; la presentación de los personajes es interminable y, sobre todo, inútil, por tratarse de tópicos; la música incidental, desgraciada. Al estar rodada en Francia la producción aún no se ve afectada por los vientos del Código Hays y la ola de puritanismo que recorría Estados Unidos, razón por la cual no se escatiman los planos de torsos y amplias espaldas desnudas.

En el reparto, Gabin muestra sus sólidas hechuras interpretativas e incluso se atreve a cantar. Baker por su parte es una simple mala actriz que fía todo su papel al descaro escénico, a los caracolillos de su peinado y a una gestualidad propia de cine mudo.

Como musical, hay que esperar casi una hora para ver el par de platos fuertes de la película. En general abruma lo alejada que se encuentra Europa de la potente industria de Hollywood y su inagotable cantera de artistas de variedades. Las bailarinas son torpes; el vestuario, un espanto; los coreógrafos andaban de farra. Por el contrario hay que resaltar los magníficos decorados –de Lazare Meerson y Alexandre Trauner, sin acreditar en sus biografías– del primer número, con un sorprendente juego de objetos cotidianos a escala gigante –una cama, un teléfono, un peine– que resultan, cuando menos, novedosos. También está lograda visualmente la secuencia de las bailarinas en paralelas deslizantes sobre las que corre agua en dirección opuesta, creando olas en sus tobillos. Baker canta el tema Haití dentro de una jaula gigante, sentada sobre un trapecio para pájaros y, entre trinos y coloraturas, nos cuenta la nostalgia que siente por volver a volar libre en los cielos de Haití.

En el segundo número, C'est lui (Pour moi, il n'y a qu'un homme dans Paris), imitando el estilo de Hollywood, Baker canta desde una enorme terraza y desciende como un óvulo por unas escalinatas mientras es adorada por decenas de hombres, en el papel de espermatozoides, vestidos de etiqueta.

La película logró cierta notoriedad por ser la primera vez en la historia del cine en la que una mujer de origen afroamericano tenía el papel protagonista.

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