El musical A Chorus Line, con música de Marvin Hamlisch, letra de Edward Kleban y libreto de Jame Kirkwood, se estrenó en Broadway en 1975. El éxito de público y crítica fue absoluto. Nominado a doce Tonys, ganó nueve y ostentaría el record de musical más longevo en cartelera durante más de veinte años. Considerado una obra clave de los concept musical, cambiará el enfoque habitual del subgénero Montaje de un espectáculo ahondando en los recónditos impulsos que empujan a una persona a querer ser un bailarín: qué les llevó a descubrir y elegir su profesión, cuál es su motivación para ir a un nuevo casting, porqué persiguen obstinadamente el sueño de bailar. El resultado es una obra dramática con algún número musical. Más que coreografía, hay guion. Más que escenario, un diván de psicoanalista en el que afloran traumas y precariado.

La obra de teatro fue llevada al cine por el británico Richard Attenborough. Como musical sigue siendo irrelevante y, cinematográficamente, aporta poco más que el rodaje de la obra teatral. Los diálogos están sostenidos por bailarines que carecen de fuerza dramática –baste decir que el supuesto mejor actor es Michael Douglas para imaginarse el resto–y los pocos momentos de danza carecen por completo de emoción.

Aunque desprovisto de sentimiento, el número que cierra la película, One, tiene fuerza visual y gancho su melodía.

El autor de la música, Marvin Hamlisch, será el único compositor que, junto a Richard Rodgers, consiga todos los premios posibles en su profesión: Emmy, Grammy, Oscar, Tony y Pulitzer. En cuanto a las coreografías, son de Jeffrey Hornaday, reciente triunfador con Flashdance (Lyne, 1983).

Esta obra establecerá una nueva órbita de rotación en torno al musical a la que se irán incorporando otras obras complementarias, conceptualmente casi precuelas. Si en A Chorus Line el argumento son las motivaciones de los bailarines que buscan trabajo, en Fame (Parker, 1980; Tancharoen, 2009) la narración se en las motivaciones de los artistas en sus años previos de formación y, en Billy Elliot (Daldry, 2000), su vida todavía anterior, antes de entrar en la academia. En esta órbita pueden encajar muchas otras obras, como Stepping Out (Gilbert, 1991), donde se narra la vida de una bailarina rechazada por Broadway que se dedicará a dar clases de tap en Buffalo. Queda aún por rodar una película que nos cuente la vida de los bailarines jubilados. A pesar de estar todas ellas relacionadas con profesionales del género, ninguna de ellas puede considerarse un genuino musical.