En 2005 se estrenó en un club de Los Ángeles un musical construido a partir de temas clásicos de las bandas de rock de la década de 1980: Bon Jovi, Pat Benatar, Poison, Europe, Styx, Scorpions… La obra tuvo éxito y siguió creciendo hasta llegar a Broadway, donde se programaría durante varios años alcanzando más de dos mil representaciones.

El musical fue adaptado al cine por Adam Shankman, coreógrafo metido a director y responsable del baile de varias ediciones de la saga Step Up. El resultado es bochornoso, sin paliativos. Por momentos más bien parece la parodia de un musical y Shankman aparece como el principal responsable; basta ver la vulgar actuación de la pareja protagonista y los prestigiosos actores que les acompañan. La absoluta ausencia del arte.

El argumento está construido a partir de las letras de las canciones elegidas y concatenadas para crear una trama –un juke box reconvertido en ópera rock– y los números se interpretan en espacios cotidianos, no profesionales, dentro de un autobús o de una iglesia. Pero eso no es suficiente. Y se incluye decenas y decenas de canciones, pero eso tampoco basta. Para que una película sea musical no se necesita que se oigan canciones ininterrumpidamente. Mil temas son pocos si la obra carece de ritmo interno, un par son suficientes si lo tiene. El interminable número de canciones más parece una artimaña que se ajusta a los intereses de la discográfica de editar un disco doble, al igual que la producción de la banda sonora, con una sonoridad de estudio que desencaja con las escenas.

Como ejemplo de falta de dirección, lenguaje de videoclip, feos planos turrados, ordinaria coreografía e infantil vestuario, valga como ejemplo este primer número, interpretado por Catherine Zeta-Jones, Hit Me with Your Best Shot.

O uno de los ridículos números interpretados por Tom Cruise junto a Malin Åkerman, I Want to Know What Love Is.

Tras ver esta obra absurda, el largo y contemporáneo videoclip Burlesque (Antin, 2010) –al que, por cierto imita en el argumento, con los apuros económicos del local de conciertos– es por comparación un gran título del género en la década 2010.