Musical de serie B dirigido, escrito y compuesto por Victor Schertzinger. Aunque podría esperarse una suerte de musical de autor avant-garde, toda la obra responde a moldes estandarizados e incluso algo obsoletos. A la falta de creatividad se le unió un pequeño presupuesto –tan pequeño como el estudio que la rodó, Grand National Pictures, fundado un año antes, en 1936– y la película nunca logra levantar el vuelo. El consiguiente fracaso comercial provocará la quiebra del estudio en 1939.

Grand National Pictures había logrado cierto éxito con un subgénero, híbrido del western y el musical, el singing cowboy, protagonizado por actores de rostro monolítico y sombrero blanco –Gene Autry, Roy Rogers… – que se despachaban tres o cuatro canciones de estilo country en la película. Aunque el estudio había descubierto Tex Ritter para este subgénero, no le resultará suficiente rentable para sobrevivir.

Más allá de la precariedad de medios –infames decorados, bochornosos secundarios– Schertzinger se erige como gran responsable intelectual y material del fracaso. Suyo fue el descubrimiento de la protagonista, Evelyn Daw, una tediosa soprano incapacitada para la interpretación, y de los innumerables defectos de la obra, sobremanera en la parte musical: mediocres composiciones, secuencias sin ritmo, abrupto montaje y encuadres lastimosos para las coreografías, muchas veces fuera de plano. Schertzinger se había formado en los años del cine mudo y, lo que se percibe, es que no logró superarlo. A pesar de este fracaso, volverá a rodar otros musicales, como The Mikado (1939), las dos primeras entregas de la serie musical Road to…, Road to Singapore (1940) y Road to Zanzibar (1941) y, quizá su musical más conocido, Birth of the Blues (1941).

Dicho lo anterior, la película se aguanta hasta el final gracias al acerado y acertado tono con que Hollywood desmitifica y se ríe de Hollywood y, sobre todo, al inconmensurable James Cagney, que con su talento, personalidad y profesionalidad es capaz de realizar una interpretación ajena a lo que le rodea, incluso a la dirección de Schertzinger. Cagney había rodado con la Warner un musical, Footlight Parade (Bacon, 1933) y, tras este Something to Sing About, aún rodará otros tres: Yankee Doodle Dandy (Curtiz, 1942), The West Point Story (Del Ruth, 1950) –estos dos con la Warner y mostrando igualmente sus aptitudes de bailarín–, y Love Me or Leave Me (Vidor, 1955), con la MGM, ya en su asentado y reconocible papel de gánster.

La película incluye cinco canciones –Something to Sing About, Right or Wrong, Any Old Love, Out of the Blue y Loving You, todas ellas compuestas por Schertzinger– y tres rutinas de Cagney, bailadas con su peculiar estilo en el que mezcla sin aparente criterio tap, folklore celta y algo parecido a ballet y que, finalmente, suele quedar reducido a una acrobática capacidad para agitar velozmente los pies. El baile de Cagney, normalmente ejecutado como solo, siempre parece responder más a un estilo personal e improvisado que a una coreografía planificada y repetible. A pesar de su fama, su baile no aporta nada al género.

La película incluye un número interesante –a pesar de la torcida posición de la cámara, de los pies fuera de plano y de los tonos del vestuario, indistintos de los del decorado– ejecutado por Cagney junto a dos viejos compañeros de sus años en el vaudeville, Johnny Boyle y Harland Dixon. Dixon, además de haber sido profesor de Cagney en New York, era el coreógrafo de esta película. En cuanto a su amigo Boyle, fue quien le había enseñado a bailar imitando el estilo de George M. Cohan, lo que utilizaría para su papel en Yankee Doodle Dandy (Curtiz, 1942) con el que obtendrá el premio de la Academia al Mejor Actor.

La rutina, por otra parte, ilustra las limitaciones de Cagney a la hora de ejecutar un baile sujeto a una coreografía, por demás muy sencilla y rodada y montada con múltiples planos.

La película íntegra en