Productora/Distribuidora:
Metro-Goldwyn-Mayer
Estreno: 31-12-1941
Duración: 118 min.
Subgénero: Narración/Patriótica
Tramo: -
Babes on Broadway
(Chicos de Broadway)
En los años dorados del musical la MGM exploraba y producía, con más o menos éxito, subgéneros y estilos con los que satisfacer a todo tipo de público. Utilizando terminología actual, un nicho de mercado creciente era el de público infantil y juvenil, al que la MGM se dirigía con sus dos estrellas adolescentes, Mickey Rooney y Judy Garland.
El estudio había reunido por primera vez a la pareja en la comedia musical Thoroughbreds Don't Cry (Green, 1937), y volvería a hacerlo de nuevo al año siguiente en Love Finds Andy Hardy (Seitz, 1938), la primera de una serie de dieciséis películas con Mickey Rooney como protagonista absoluto. Ese mismo año Judy Garland protagonizaba Listen, Darling (Marin, 1938), que pasará sin pena ni gloria, y al año siguiente alcanzaría la inmortalidad en el género gracias al papel de Dorothy en The Wizard of Oz (Fleming, 1939).
La MGM volverá a reunir a sus dos estrellas en alguna película de Andy Hardy, pero donde lograrán una enorme popularidad como pareja será en una serie de cuatro películas que, por sí solas, conformarán un nuevo subgénero dentro de los backstage musical: los backyard musical. Las películas fueron Babes in Arms (1939), Strike Up the Band (1940), esta Babes on Broadway (1941) y Girl Crazy (1943), todas ellas dirigidas, o al menos concebidas y realizadas parcialmente, por Busby Berkeley.
Para entender la frenética actividad de Rooney y Garland en esta época baste señalar que, por ejemplo Garland, en los quince meses que median entre la segunda película, Strike Up the Band, estrenada en septiembre de 1940, y esta Babes on Broadway, estrenada en diciembre de 1941, participó además en otras cuatro, Andy Hardy Meets Debutante (Seitz, 1940), Little Nellie Kelly (Taurog, 1940), Ziegfeld Girl (Leonard, 1941) y Life Begins for Andy Hardy (Seitz, 1941).
Los grandes estudios producían musicales de manera industrializada, talmente como productos manufacturados, con la consiguiente repetición de esquemas y patrones, si bien la MGM mantenía una buena o aceptable calidad gracias a la Freed Unit. Lo que esta maquinaria engrasada no era capaz de resolver era la sobrecarga a la que estaba sometidos los actores pues, en aquella época, los números musicales, que ocupaban muchos minutos del metraje, eran ensamblados y rematados antes del rodaje –a diferencia de hoy día, que se construyen en fase de posproducción–, lo que suponía previos e interminables ensayos agotadores durante meses que los actores sólo podían sobrellevar a base de estimulantes y somníferos.
En el reparto de las secuencias musicales destaca también la presencia de Ray McDonald, en aquel momento una gran promesa del género pero que se quedará en el camino y abandonará la MGM después de participar en Good News (Walters, 1947). También Richard Quine, que acabaría pasando a la historia del género no como actor sino como el realizador de My Sister Eileen (1955). En la parte dramática el reparto lo completan magníficos secundarios, como Virginia Weidler, Donald Meek o James Gleason, y las crónicas desvelan entre los extras la presencia de futuras estrellas como Ava Gardner, Donna Reed o Margaret O'Brien.
Como película, la obra queda marcada por la falta de un argumento por el que progresar, repitiéndose una misma situación a lo largo de la película –en realidad, sucede lo mismo en los cuatro backyard musical– y por su excesiva duración, 118 minutos –Babes in Arms, la primera película de esta serie, había durado 93, con Strike Up the Band se alcanzaron los 120 y será con la cuarta entrega, Girl Crazy, que se reduzca de nuevo a 97 minutos– ya que, por el contenido de la película igual hubiera podido durar 30 minutos que 240.
Como musical, la película ofrece multitud de números pero con enfoques demasiado dispersos lo que acaba perjudicando al conjunto. Así, hay números de grupo marcados por la estética visual, mecánica, precisa y grandiosa de Berkeley, y otros por el ritmo desquiciado y frenético de los protagonistas, en especial Rooney, pasado de vueltas. Hay números que buscan exhibir la versatilidad dramática y musical de los protagonistas, con Rooney remedando a Richard Mansfield como intérprete, a Harry Lauder como cantante, y a George M. Cohan como bailarín, e incluso travestido como Carmen Miranda cantando el Mamãe eu quero; y a Garland como Sarah Bernhardt, interpretando La Marsellaise, e imitando a las cantantes Fay Templeton y Blanche Ring. Hay un número patriótico, Chin Up, Cheerio, Carry On, interpretado por Garland con el que, con Europa ya metida en guerra, los estudios muestran su apoyo y solidaridad con Gran Bretaña. Hay incluso una asombrosa e inopinada interpretación de una pieza de piano de Beethoven, Romance No.2 in G Major, Op.40, interpretado por un niño de apenas cinco años. Un batiburrillo propio de mercadillo, probablemente derivado de la irrefrenable creatividad de Berkeley.
La película se cierra con un número basado en canciones populares que, algunas décadas después, condenará la película por racista al ostracismo y a verse erradicada de las videotecas en Estados Unidos. Se trata de un espectáculo minstrel, con todos los actores con los rostros pintados de negro. Ray McDonald ejecuta un tap imitando a un afroamericano y, probablemente lo más doloroso para el público actual, Judy parodia el papel de Mr. Tambo y Rooney el de Mr. Bones. El espectáculo se cierra con un reprise del Babes on Broadway, con Rooney disfrazado de negro y Garland de mulata.
El número más interesante de la película, muy simple, pero con toda la pureza y esencias del cine musical es How About You?
https://www.youtube.com/watch?v=QXTGV83TJP4