Podría aducirse que, dado lo chabacano del título, no cabía presagiar nada bueno de esta película. Había, sin embargo, que considerar otros factores, por ejemplo el reparto, que cuenta con Geena Davis y Jeff Goldblum. Geena Davis acababa de participar en The Accidental Tourist (Kasdan, 1988), un trabajo por el que ganaría el óscar como Actriz Secundaria, y Jeff Goldblum había protagonizado el éxito comercial The Fly (Cronemberg, 1986). Entre los secundarios, Jim Carrey, por entonces prácticamente un desconocido.

Asimismo, la película apunta a una combinación entre los géneros musical y fantástico, algo poco frecuente pues es como experimentar mezclando dos potentes explosivos. Aunque lo más probable es que el intento se quede en simple humo –Smilin' Through (Borzage, 1941), Wonder Man (Humberstone, 1945), Down to Earth (Hall, 1947), That Lady in Ermine (Lubitsch, 1948)– y hay un claro riesgo de que la mezcla se descontrole, llevándose por delante a los autores e intérpretes –Yolanda and the Thief (Minnelli, 1945), The 5.000 Fingers of Dr. T (Rowland, 1953), Chitty Chitty Bang Bang (Hughes, 1968)–,­ se trata de una combinación que se debe propiciar e intentar pues, cuando se fusionan con acierto ambos géneros, es tal la energía que se libera que se  producen obras maestras y se abren nuevas vías –The Wizard of Oz (Fleming, 1939), The Rocky Horror Picture Show (Sharman, 1975)–. En este caso, tanto el reparto como el equipo técnico quedaron aniquilados por la explosión.

En la obra se introducen sin tino y se ponen a batir elementos de ciencia ficción, comic, ópera pop, hormonas californianas, música disco, lenguaje onírico y un kit de efectos especiales adquirido en el chino de la esquina, todo ello recorrido por una estética cutre, enmarcada a su vez en la generalizada estética hortera de la década de 1980. Por instantes, el tratamiento de la working class recuerda a John Waters en Hairspray (1988) o Cry-Baby (1990), así como también el presuntuoso y tramposo intento de que el batiburrillo, puesto a hervir en la cabeza de adolescentes, se transmute, si suena la flauta, en obra de culto.

Uno de los responsables del resultado es sin duda el director, Julian Temple, que crea una obra sin ritmo ni pesos. Temple era un conocido director de videoclips que se había colado en el mundo del cine por la puerta de los documentales con obras como The Great Rock 'n' Roll Swindle (1979), sobre los Sex Pistols; o Jazzin' for Blue Jean (1984), sobre Bowie, pero al pasar del documental al cine de ficción, se pinchó la burbuja. Temple fue elegido para dirigir la película Absolute Beginners (1986) que, con un presupuesto de más de 8 millones de libras, no recuperará ni una cuarta parte y llevará al estudio más importante de Inglaterra, Goldcrest, a la quiebra. Tras el fiasco, aún rodará alguna otra película, como esta Earth Girls Are Easy pero, afortunadamente, regresará de nuevo a su campo del documental y el videoclip.

La obra está escrita por Julie Brown, responsable también de la composición e interpretación de los temas originales. La banda sonora incluye veinte temas, muchos interpretados por grupos conocidos como Depeche Mode, The Jesus and Mary Chain, o The B-52’s, pero los temas con lenguaje específico de cine musical se reducen a tres: Brand New Girl, interpretado por Julie Brown; The Ground You Walk On, interpretado por Geena Davis; y Cause I’m Blond, por Julie Brown.

La película incluye un número de baile, mezcla de disco y bufonada, que acaba derivando, como el resto de las secuencias, en simple relleno. Lo más curioso de la parte musical es que, mientras que en la película sólo aparecen dos o tres bailarines, en los créditos se menciona la presencia de ¡ocho coreógrafos!: Russell Clark, Sarah Elgart, Daniel Ezralow, Jamie Hampton, Iso, Ashley Roland, Morleigh Steinberg y Wayne 'Crescendo' Ward. Colegas de Temple, se supone.