Cartel

Notas de Cine Musical

Productora/Distribuidora:
Metro-Goldwyn-Mayer

Estreno: 15-08-1946

Duración: 128 min.

Subgénero: Profesionales

Tramo: -


Notas de Cine Musical
  • Música
  • Letra


Holiday in Mexico


(Festival en Méjico)

Musical infantil protagonizado por Jane Powell. Aunque la actriz estaba contratada por la MGM desde 1943, el estudio la había prestada un par de años a la United Artist para que se baqueteara, por lo que Holiday in Mexico, siendo su tercer película, sería la primera con la MGM.

Como musical no aporta nada nuevo, ni tampoco lo pretende. Como película resulta correcta gracias principalmente a la labor del realizador, George Sidney. Posiblemente Sidney no era capaz de sacar de los artistas, en cuanto cantantes y bailarines, nada más que lo que ellos, por sí solos, aportaban, pero sin duda lograba extraerles todo lo posible como actores, al igual que a los medios técnicos del estudio, para construir agradables comedias musicales de ritmo ligero. Por esta razón resulta difícil ligar el nombre de George Sidney a las obras cumbres del género, pero es del todo imposible no ligar la historia del cine musical con su nombre. Basta repasar su filmografía. Sidney debutaba en la dirección con un musical, Thousand Cheers (1943) y terminaba su carrera rodando otro, Half a Sixpence (1967). Entre medias, Bathing Beauty (1944), con Esther Williams; Anchors Aweigh (1945), con Kelly y Sinatra; The Harvey Girls (1946), con Judy Garland; esta Holidays in Mexico, con Jane Powell; Ziegfeld Follies (1946), con el número Here's to the Girls, de Astaire y Charisse; Till the Clouds Roll By (1946), con el número final de Sinatra en Ol' Man River; Annie Get Your Gun (1950), con Keel y Hutton; Show Boat (1951), con Keel y Grayson; Kiss Me Kate (1953), de nuevo con con Keel y Grayson; Jupiter’s Darling (1955), con Esther Williams; Pal Joey (1957), con Sinatra y Hayworth; Pepe (1960), con Cantinflas y todas las estrellas de la MGM; Bye Bye Birdie (1963), con Van Dyke y Janet Leigh; y Viva Las Vegas, con Elvis y Ann-Margret.

Acaso lo más relevante de esta película sea lo bien que ilustra la relevancia que alcanzaron en el género dos músicos españoles, el pianista valenciano José Iturbi y el director de orquesta catalán Xavier Cugat; un protagonismo que les hará tremendamente populares, casi un miembro más de los hogares estadounidenses durante aquellos años. Independientemente de lo atractiva que nos resulte hoy su labor, o de que sus colaboraciones hayan envejecido mejor o peor, su relevancia en el cine musical a lo largo de la década de 1940 fue tal que no cabe sino reconocerles su enorme talento artístico y tributarles el reconocimiento.

Sin duda, una parte nítida, sustancial, del ADN de Hollywood –y de Estados Unidos en general– le insta a captar cualquier talento que aporte valor al espectáculo, provenga de donde provenga. Pero, si se revisa la nómina de artistas extranjeros en películas musicales, se verá que es más bien escasa. Es cierto que, en la década de 1940, la sociedad y el cine norteamericano se habían lanzado a escuchar y bailar los sabrosos ritmos latinos, pero pocos artistas lograban pasar el filtro de las majors. Entre los pocos españoles contratados en musicales de Hollywood, posiblemente los primeros fueran los bailaores Antonio –Antonio Ruíz Soler– y Rosario –Florencia Pérez Padilla–, entonces famosísima pareja artística. En 1939, y tras una gira sudamericana, habían recalado en Nueva York. Tras triunfar con su espectáculo les llegan ofertas de Hollywood, donde participarán en al menos cuatro películas: Sing Another Chorus (Lamont, 1941), Ziegfeld Girl (Leonard, 1941), Hollywood Canteen (Daves, 1944) –que, a partir de los descartes, daría además para montar otra película, All Star Musical Revue (1945)– y Pan-Americana (Auer, 1945). Igualmente, la bailaora Carmen Amaya también había ido de gira por Sudamérica durante la guerra civil y recalaba asimismo, en Nueva York en 1941, con gran éxito de público y la consiguiente invitación de Hollywood, donde participará en al menos otros cuatro musicales: Panama Hattie (McLeod, 1942), Knickbocker Holiday (Brown, 1944), Follow The Boys (Feldman, 1944) y See My Lawyer (Cline, 1945). A pesar de la profesionalidad y la entrega con que trabajaban estos bailaores su participación en las películas ha quedado como mera anécdota, casi una extravagancia que pervive en los márgenes olvidados del género. En ningún momento pasan a formar parte, a integrarse, no ya del espíritu de la obra, sino de la propia película, pues su aparición en pantalla provoca siempre la impresión de un fallido collage. Aunque la estética más o menos flamenca –paisanaje, atuendos, tablaos…–, es utilizada en multitud de ocasiones en los musicales –las más de las veces, asociadas a México–, el arte de estos bailaores resultaba excesivamente solemne, casi religioso, y ni sus éxtasis arrebatados ni la exhibición de raza altiva empastaban con la esencia ligera del género.

Frente a estos artistas raciales, el camino recorrido por Iturbi y Cugat, y la imagen que proyectarán será completamente diferente. Los dos se consolidan formando parte del sistema. Cugat será el más integrado en el star system, el más dotado para el espectáculo y el que dejará mejor recuerdo. Baste señalar que, en 1960, Cugat será el primer español que obtenga una estrella en el Hollywood Walk of Fame, el Paseo de la Fama; donde llegará a recibir incluso una segunda estrella; la primera como músico, la segunda por sus trabajos en la televisión.

Cugat –conocido por el público de Estados Unidos como The Rumba King y, por amigos y colegas, como Cugie–, había emigrado a Cuba con su familia siendo niño. Además de sus dotes musicales era un notable caricaturista, y esta será la actividad con la que consiga su primer trabajo en Estados Unidos, en Los Ángeles. Cuando dé el salto a la música exprimirá su experiencia vital en Cuba para adaptar, con enorme talento, los ritmos latinos –conga, mambo, cha-cha-cha…– al gusto del público estadounidense –como haría con Begin the Beguine, el tema de Cole Porter–. Y, cuando salte al cine, mostrará además un extraordinario instinto y sagacidad para la mercadotecnia creando su propia e irrepetible imagen pública –una sempiterna y dúctil sonrisa bajo el fino bigotillo y la gran nariz, un perro chihuahua en una mano y la batuta en la otra…–, creando su propia caricatura, su logo, para venderse al público norteamericano. Como músico, su obra aparecerá en decenas de películas; y como actor –siempre interpretándose a sí mismo– aparecerá asimismo en muchos títulos, los más famosos: You Were Never Lovelier (Seiter, 1942), Two Girls and a Sailor (Thorpe, 1944), esta Holiday in Mexico (Sidney, 1946), This Time for Keeps (Thorpe, 1947), On a Island with Judy (Thorpe, 1948), A Date with Judy (Thorpe, 1948), Luxury Liner (Whorf, 1948) y Neptune’s Daughter (Buzzell, 1949).

En cuanto a Iturbi, su trayectoria y personalidad eran muy diferentes a las de Cugat. Con sólida formación académica Iturbi era un virtuoso del piano; un amante y coleccionista de obras de arte mientras que Cugat era un amante y coleccionista de mujeres. Con 23 años Iturbi ya ocupa en el Conservatorio de Ginebra la misma cátedra que había ocupado Litsz. En 1928 disfruta de un éxito arrollador en el Carnegie Hall y, en la década de 1930, es director titular de las Filarmónicas de Nueva York, Filadelfia y Rochester y de la Sinfónica de Chicago. Pero su gestualidad es áspera, su comportamiento irascible –será conocido como Turbulent Iturbi; y el suicidio de su mujer y de su hija no ayudarán a endulzar su leyenda– y su relación con la música se asemejará por momentos a la de un hombre de negocios: dado que recibe ofertas de muchas y distantes ciudades se comprará un avión –al que llamará El Turia y que pilotará él mismo– para atender todos los conciertos. Con esta aproximación destajista –que hoy consideraríamos normal– cosechaba el reconocimiento del público pero también el recelo de sus compañeros de gremio, recelo que se transformará en claro rechazo cuando inició su aventura en Hollywood. Al dar ese paso posiblemente Iturbi buscaba popularizar la música clásica –de hecho, para varias generaciones se convertirá en el modelo de referencia del pianista clásico–, pero también suponía cobrar sueldos millonarios por prestarse a colaborar en películas frívolas, con imágenes y escenas efectistas lo que, frente al gremio de músicos y críticos, le acarrearía desprestigio. Entre sus colaboraciones más destacadas: Thousand Cheer (Sidney, 1943), Two Girls and a Sailor (Thorpe, 1944), Music for Millions (Koster, 1944), Anchors Aweigh (Sidney, 1945), esta Holiday in Mexico (Sidney, 1946), Three Daring Daughters (Wilcox, 1948); y That Midnight Kiss (Taurog, 1949).

En Holiday in México, Iturbi y Cugat y su orquesta, interpretan conjuntamente el Concierto para piano n.º 2, op. 18 en do menor, de Rachmaninov.

La película íntegra disponible en

https://vimeo.com/106800402