Musical infantil protagonizado por Danny Kaye. Los temas originales están compuestos por Sylvia Fine, su mujer, que es además productora asociada.

Lenta y repetitiva por falta de contenido, la trama se inspira en una novela de Gogol pero no tiene guion ni reparto ni realizador ni cinematografía que la sostenga. Y las muecas de Kaye, abusivamente chaplinescas, tampoco obran el milagro.

Musicalmente nace obsoleta y sorprende que números tan pobres justifiquen en los créditos a un coreógrafo como Eugene Loring. Las canciones son un popurrí de estilos. Bufas, románticas y teatrales, pero todas ellas destinadas a que Kaye luzca su repertorio de gestos, tonos e imitaciones, tal como ilustra el número Soliloquy for Three Heads (46’).

La película íntegra en