Cuando alguien califica una película como comedia musical romántica se está refiriendo a un estándar creado por la RKO con dos o tres películas de las nueve que rodó con Astaire&Rogers. Una de ellas es Swing time. Por dicha razón, esta película podrá gustar o no, pero resulta gratuito opinar si el resultado es mejor o peor. No tiene sentido valorarla. Sería como discutir si la barra de un metro de platino iridiado que se conserva en París mide en realidad ochenta centímetros o metro y medio.

La película parte de una trama sencilla que avanza en plenitud sobre los engrasados rodamientos de Astaire y Rogers y la perfecta interpretación de Victor Moore, Helen Broderick y Eric Blore; estos dos últimos, habituales secundarios del ciclo de la pareja en la RKO.

Los números musicales se suceden redondos, maduros: caen en el momento oportuno. Brilla el primero de ellos, Pick Yourself Up, presentando los personajes en un divertido enredo.

Continúa con la romántica y divertida The Way You Look Tonight, que suena magníficamente en la voz de Astaire, quien, por momentos, exagera un punto la afectación de tono y gestos para aumentar el clímax cómico final, con el contraste entre el título de la canción y la cabeza de Rogers envuelta en champú.

Suma y sigue con A Fine Romance, sobresaliente tema cantado a dúo por Astaire y Rogers; buen número, aunque no se entienda la gracia de disfrazar a Astaire de Stan Laurel.

A continuación, para el solo de rigor de Astaire, Bojangles of Harlem, que arranca con una coreografía que bien podría ser el epítome de la hibridación de cine y music hall en la década de 1930, y prosigue con la impactante coreografía de Astaire bailando entre agigantadas y díscolas sombras, homenaje a Bill Bojangles Robinson. El genio de Astaire no imita a Robinson sino que lo roba, aprehende, incorpora, metaboliza y va más allá de la obra de Bill Robinson, como un Picasso de la danza devorando, nutriéndose y creciendo más allá de lo que pudieran haber imaginado y realizado todos los pintores que le precedieron.

Como película, esta obra representa una cima en el musical y posiblemente la culminación de la pareja Astaire&Rogers. Lo dicho, una barra de platino iridiado.