En la década de 1930 la industria del cine musical contemplaba al público juvenil como un nicho de mercado específico. En la parte más infantil de ese mercado reinaba la precoz Shirley Temple, pero en el sector más adolescente el reinado estaría durante una década en disputa entre Deanna Durbin y Judy Garland. Las dos actrices habían entrado en el cine contratadas por la MGM y habían rodado juntas un corto (A Tabloid Musical) de 11 minutos, Every Sunday (Feist, 1936), rodado como prueba de pantalla.

Para la prueba, Durbin exhibió sus dotes como soprano, interpretando el aria Il Bacio, de Luigi Arditi. Por su parte, Garland cantaría Waltz with a Swing, de Con Conrad, seguida de Americana, de Roger Edens. Aunque Louis B. Mayer decidió finalmente quedarse con las dos cantantes, el contrato de Durbin ya había vencido y fue fichada por Universal, donde rodará 21 películas entre 1936 y 1948.

Three Smart Girls es la primera película de Durbin con Universal. Además de ser la gran apuesta del estudio, la película estaba dirigida por Henry Koster y producida por Joe Pasternak, dos declarados protectores de la joven estrella, y ese apoyo se aprecia en el resultado: una buena comedia infantil, con guion, canciones y primeros planos pensados para lucir a Durbin. Con buena realización y un correcto y predecible guion –que se regodea en clave de humor con el tópico de los aristócratas centroeuropeos decadentes–, la nueva estrella aparece en pantalla acompañada de sólidos secundarios que llevan la trama en volandas hasta un final apropiadamente infantil y feliz.

La película no es propiamente un musical, pero las interpretaciones de Durbin, aunque tienen lugar en espacios informales –la cama o una comisaría de policía– y no sobre un escenario, se ofrecen con el formato del recital de una profesional. Todo el repertorio se adecúa a su voz de soprano e incluye Il Bacio –bien ensayado para la prueba con la MGM, además de nueva versión para poseer los derechos de la misma–; y My Heart Is Singing y Someone to Care for Me, tema al que corresponde este número.

El enfoque de la obra –una suerte de opereta para niños, con protagonistas adolescentes idealizados, de tiernos sentimientos, y con números musicales sin cantantes, ni coristas, profesionales, interpretados en escenarios domésticos, familiares– se convertiría en un tremendo éxito social y comercial, salvaría a la Universal de sus problemas financieros, tendría dos inmediatas secuelas y colocaría a Durbin en el estrellato durante una década. En 1946 será la segunda actriz mejor pagada de Hollywood, sólo por detrás de Bette Davis. Durbin también grabará discos, que obtendrán una enorme popularidad, con más de 50 canciones acreditadas. En la práctica, el personaje juvenil de Deanna Durbin adquiriría per se el rango de subgénero dentro del cine musical.

El final de su adolescencia y el encaje en papeles de mujer adulta le supondrá conflictos con el estudio y el desencuentro con sus millones de seguidores y admiradores en todo el mundo, para los que personificaba la perfección de la juventud. Tras diez años de reinado en el musical para adolescentes, Durbin se retirará en 1949 de toda actividad artística y de la vida pública.