Productora/Distribuidora:
RKO Radio Pictures
Estreno: 24-12-1937
Duración: 85 min.
Subgénero: Profesionales
Tramo: -
Hitting a New High
(La diosa de la selva)
Es difícil precisar si esta película fue una tesis o una broma. Si lo primero, no se entiende; si lo segundo, no se pilla. No hay dirección, ni música, ni coreografía. Es insostenible la labor de los protagonistas. Se olvidaron de contratar a un montador. Tampoco existe guion y, aunque eso signifique muy poco en este género, podría haber dado alguna pista. La idea de la mujer-pájaro tampoco era nueva, pues ZouZou (Allégret, 1934) incluso había mostrado a Josephine Baker encerrada en una gran jaula dorada. No se puede achacar nada a los actores secundarios, correctos, pero también ellos necesitan que alguien les oriente sobre qué interpretar y cómo. La protagonista, Lily Pons, era una cantante de ópera, soprano de coloratura, de cierta fama. Su técnica con las notas ágiles, agudas, ornamentadas, como trinos de pájaros, da pie al disparate general de la película, si bien no justifica la humillación ajena de verla imitando a un mono vestida con los bikinis de la época. Pons llegó a rodar tres películas con RKO, esta es lamentablemente la tercera y afortunadamente la última.
https://www.youtube.com/watch?v=DyP2VtyDzSsTratando de ser constructivo, si fuera el caso de que la película resultara ser una tesis, aun aborrecible, daría para explayarse: la trama desarrolla el tópico del género, la confrontación entre la música clásica, culta, europea, con el jazz y la música popular americana (¡Ha aprendido a cantar ópera, está dedicada a la ópera! ¡Nunca la autorizaré a cantar en un cabaret!) si bien, en esta ocasión, más que denostar la música clásica parece intentar convencer al público de que los cantantes de jazz son artistas loables, de calidad. De hecho, en su conjunto, la obra acaba despertando sospechas cercanas a la paranoia conspirativa: parece una película subvencionada por promotores de jazz. Si bien para esta fecha el jazz estaba asentado en la sociedad estadounidense, todavía había sectores reluctantes a su sonido: no lo consideraban buena música, ni respetables muchos de sus intérpretes. Cambiando de lenguaje artístico, recuerda la época en la que los pintores debían, en primer lugar, demostrar su capacidad para dibujar a plumilla, con realismo casi fotográfico, para que, cierto público con mucho dinero y poco criterio, respirase tranquilo y comprase sus obras de “manchas que dibujaría un niño”, una vez verificado que "no les estaban engañando", pues el artista no era un pintamonas. Este sería, acaso, el mensaje de la escueta trama: la cantante ha demostrado que sabe cantar interminables arias, es una experta en Donicetti: no nos engaña, aceptaremos entonces que esas canciones de jazz que interpreta, no son una burla. En esta línea, posiblemente también refleja la tensión de muchos músicos de la época para moverse entre los dos registros, viéndose en muchos casos obligados a llevar una doble vida, clasicoide por el día y jazzera por las noches.
En su previsible planteamiento final, el posicionamiento es muy claro: la cantante rechazará una suculenta oferta para debutar en la ópera de Nueva York, renunciando a dinero y fama, para continuar con lo que más ama en la vida: la música de jazz y el chico que dirige la banda.