Cartel

Notas de Cine Musical

Productora/Distribuidora:
20th Century Fox

Estreno: 05-08-1938

Duración: 106 min.

Subgénero: Profesionales-Fuentes

Tramo: D


Notas de Cine Musical


Alexander's Ragtime Band


(La banda de Alexandre)



Come on and hear! Come on and hear! Al-ex-an-der's rag-time band!
Come on and hear! Come on and hear! It's the best band in the land!
They can play a bu-gle call like you nev-er heard be-fore
So nat-u-ral that you want to go to war
That's just the best-est band what am, oh, ma hon-ey lamb

La película toma el título de una de las canciones más famosas de Irving Berlin y una de las más famosas canciones de la música popular americana, Alexander's Ragtime Band. El tema había sido compuesto en 1911, y todo apunta a que Berlin se había inspirado en la biografía de un músico negro y su banda. La trama de la película cuenta las andanzas idealizadas de una banda de jazz, desde sus inicios en la década de 1910, en tugurios del puerto de San Francisco, hasta la culminación profesional, tocando en el Carnegie Hall de New York en la década de 1920. Durante esta década prácticamente todos los musicales cuentan en sus papeles protagonistas con profesionales del mundo del espectáculo, sean productores, actores, cantantes o bailarines. Lo que resulta novedoso en esta ocasión es que los protagonistas son los músicos: la banda de ragtime de Alexandre.

Los guionistas incorporan varios tópicos del género, como el desprestigio del jazz frente a la música clásica (Toda la vida te has preparado para algo bueno. ¿Cómo puedes echarlo todo por la borda por ese ragtime?), o el conflicto que se produce cuando el éxito llama únicamente a la puerta de uno de los integrantes de un grupo. Para ajustarse a los cánones de la época y al final feliz, el actor que interprete al músico líder de la banda no será un afroamericano sino Tyrone Power.

Sin embargo, lo más relevante de la trama será su desarrollo ad hoc para albergar el cancionero de un compositor, en esta ocasión, con la biografía de un músico inventado. No se trataba del traslado de un musical teatral a la pantalla, ni de encajar canciones y bailes originales o reutilizados en una trama, sino de construir una trama sobre la que articular el cancionero de un famoso compositor, como era el caso de Irving Berlin. Este modelo tendrá un enorme recorrido durante décadas y será especialmente desarrollado por la industria discográfica.

En la parte musical, no hay ningún número especialmente destacable y prima más, y con acierto, el desarrollo del conjunto. Además del Alexander's Ragtime Band, se interpretan otros veintisiete temas de Irving Berlin –en la práctica, la película es un jukebox de Berlin–, algunos poco conocidos y otros tan famosos como Blue Skies o Easter Parade, tema este que sería de nuevo utilizado en Holiday Inn (Sandrich, 1942) y en la película homónima Easter Parade (Walters, 1948).

Para aguantar tantos temas y mantener la tensión, las interpretaciones se reparten entre Alice Faye y Ethel Merman. Las coreografías son de Seymour Felix, muy clásicas, como suele estilar, y también muy adecuadas –al igual que lo habían sido en su trabajo más celebrado, The Great Ziegfield (Robert Z. Leonard, 1936)– cuando lo que demanda la película es una recreación historicista del baile.

Como película musical, hoy no se ve relevante, pero es una buena película, agradable e interesante por cómo narra el origen de las bandas y su progresiva aceptación y adaptación en la sociedad.

En cuanto a los actores, la actuación de Alice Faye es irregular, pues su talento se reduce a la interpretación de canciones y no a la interpretación dramática y, como el guion de la película propone muchos matices para desarrollar, quedan muy patentes sus limitaciones. Don Ameche interpreta un papel híbrido, de galán y consejero áulico, y lleva con dignidad su papel. Jack Haley, acompaña. Respecto a Tyrone Power, la expresión monolítica de su rostro no ayuda a crear y desarrollar el personaje.

Resulta especialmente interesante la participación, aunque fugaz, de John Carradine. Muestra cómo, a un actor con sólida técnica dramática, le bastan dos pequeños gestos de su rostro y una leve inflexión en su voz para desnudar las interpretaciones de actores de musicales, más livianos. Pero, asimismo, para revelar que, el musical clásico, requiere, exige, esos actores livianos, personajes apenas esbozados, algo irreales para resultar creíbles.

La película, en fin, es buena, y corre a hombros de Alice Faye y de Henry King –realizador de más de cien películas y muy reconocido en la industria en las décadas 1920 y 1930–, aunque en la parte final retuerza y estire el guion en exceso para sincronizar el relato de la banda y del romance.