Productora/Distribuidora:
Paramount Pictures
Estreno: 07-10-1929
Duración: 80 min.
Subgénero: Profesionales
Tramo: -
Applause
(Aplauso)
Más allá de sus enormes méritos cinematográficos, la película es un viaje en el tiempo. La acción se sitúa a primeros del siglo XX y relata la vida de una artista de burlesque, un espectáculo de variedades que se representaba en cafés y cabarets y que ofrecía números cómicos y musicales caracterizados por vestuarios, coreografías o canciones de cariz o contenido erótico. Aunque en 1929 aún no existía un género de cine musical propiamente dicho que pudiera tomarse como referencia para catalogar como tal una película, esta obra, más que un musical, es la vida novelada de una cantante de burlesque y de su hija.
Atendiendo a su valor cinematográfico, la obra es una joya de Mamoulian y del cine. Desde un punto de vista estrictamente musical no es mucho lo que aporta y desarrolla al género, más allá del retrato de las vidas detrás del escenario, no sólo porque no ofrece realmente números de baile y las canciones –de Hart y Rogers– son interpretadas como compases tarareados distraídamente, sino también debido a que el sofisticado lenguaje cinematográfico de Mamoulian –largos silencios, cámaras subjetivas, encuadres en los que un actor dialoga con la sombra de otro actor–, no tuvo continuidad en el género y, con la actual concepción del musical, resulta insólito. Sucede lo mismo con la aproximación naturalista, no idealizada, de la obra, ilustrada con coristas viejas, gordas, dispares, vestidas con trajes mal confeccionados y medias arrugadas, trabajando en espacios precarios ubicados en suburbios rodeados de calles sucias; todo ello recogido por una cámara que resbala sobre las superficies mientras levanta acta sin juzgar. Un mundo sórdido y doloroso anestesiado por los sueños de donde únicamente se puede salir a través del amor. Decadencia, explotación, chantajismo emocional, fatalidad y, al final, un grotesco suicidio por sobredosis de somníferos. No sé si entonces este final se percibió como humor burlesque pero hoy resulta de un acerado negro profundo pues, mientras la actriz se muere entre espasmos, frustrada por no poder alterar el destino de su hija, el resto del equipo del teatro cree que su forma de tambalearse y balbucear se debe a una vulgar borrachera por lo que, sencillamente, le recrimina su peonza y la deja agonizando sola en su camerino.
La película se sostiene en tres sólidos pilares. El primero, la mencionada dirección de Mamoulian. El segundo, la interpretación de Helen Morgan, paradigma de la torch singer –esto es, la artista identificada por su especial sensibilidad para interpretar canciones sobre amores frustrados o perdidos–, famosa por cantar sus espectáculos sentada sobre el piano y siempre recordada en el género por su interpretación de Julie LaVerne en Show Boat, tanto en Broadway como en el cine (Whale, 1936). El tercero es el relato de amor adolescente que Mamoulian resuelve en, a su vez, tres simples e intensas secuencias: el apoderamiento, las dudas y el reencuentro. Para la primera, Mamoulian ideó una pequeña revolución técnica en el balbuciente discurso del cine sonoro, algo tan simple como separar la imagen de la cámara del sonido del micrófono y luego mezclar los resultados. Con esta simple técnica, el público de 1929, a la vez que veía en la pantalla los planos subjetivos, panorámicos y vertiginosos del skyline de Nueva York que la pareja contemplaba desde la azotea de un rascacielos, oía asombrado sus voces en off (Ella– Me da miedo caerme. Él– Si te caes, yo me caigo contigo). La segunda secuencia, puro cine: tras un malentendido, ambos se encuentran en una atestada estación de metro donde, callados y frustrados, presintiendo que van a separarse y perderse para siempre; él entonces compra, sin pensar, mecánicamente, chicles en una máquina y se los ofrece a ella, que a su vez los coge sin saber qué es lo que está haciendo pero, cuando el tren parte y asume que su amor se ha ido, repara en los chicles y los aprieta con fuerza en su mano, como si así pudiera retener al amor ido, y los besa desesperadamente.
La tercera secuencia es el rencuentro –bajo un cartel publicitario de la madre–, donde todo el dolor sufrido se redime en la inocencia de la pareja y se diluye en sus planes de futuro.
La película íntegra en
https://www.youtube.com/watch?v=7jZCNg6_ulk