Recopilación de números musicales de diverso pelaje que el realizador incrusta en una trama que pretende ser cómica y trepidante. Y, aunque es cierto que el relato progresa con escenas que se suceden rápidamente, esto simplemente se debe a que la película descarrila desde su inicio y se despeña, veloz, rebotando en cada secuencia durante los 85 minutos del metraje restante.

Respecto a los rutilantes protagonistas, Stewart y Goddard, su labor es de simple gancho comercial. En sus pocas intervenciones musicales ambos están doblados; la voz de Goddard por Vera Vann, y la música de armónica de Stewart por Jerry Adler. En cuanto a los secundarios, su floja labor termina por convertir la película en una aburrida propuesta infantil.

En sus aspectos musicales, sin embargo, la obra ofrece mayor calidad que en su vertiente cinematográfica y dramática. Los números están correctamente producidos, el sonido tiene una calidad excelente y la orquesta que acompaña la mayoría de los temas –Horace Heidt & His Musical Knights– realiza unas magníficas interpretaciones. La dirección de los números musicales contaba con un realizador dedicado, Harry Jackson, que, a la vista de los resultados, intenta desmarcarse del resto de la obra con un tratamiento más delicado de las escenas. Hay fugaces intentos de propuestas coreográficas singulares, como en la brevísima secuencia inicial con los paseantes moviéndose veloz y rítmicamente cuando Stewart llega a la ciudad. También en el sonido, con las esmeradas grabaciones de las voces corales cantando en la cárcel, como en When Johnny Toots His Horn. Pero, bien por limitación de presupuesto, bien por incapacidad para desarrollar las ideas artísticas, los número no llegan a brillar ni a empastar con el resto de la obra. Tampoco la calidad de los intérpretes logra sobreponerse a la mala realización de la película.

Los números más largos, Do You Believe in Fairy Tales? y el Broadway Caballero, que se pliega a la moda de lo latino a la vez que se burla de esa misma moda, se desparraman sin acierto.

Enterrado entre el barullo generalizado la película incluye una curiosa pieza, A Knife, a Fork and a Spoon, interpretada por Horace Heidt & His Musical Knights y compuesta por Dave Franklin. A pesar de su tono infantil, o gracias al mismo, es alegre, diáfana, visualmente diferente, compleja –si bien rodada con múltiples tomas–, con mucho colorido vocal y rítmico y un ajustado balanceo entre fantasía y cotidianeidad, tanto como para ser catalogada de buena secuencia de cine de género. Arranca en el minuto 32.

La película íntegra en