Película basada en un musical de Broadway, muy popular en su momento porque, sobre una base común, se desarrollaba siguiendo la improvisación de los actores por lo que en cada función la representación era diferente de las anteriores. La versión llevada a la pantalla incorpora más de media docena de números musicales, incluyendo instrumentales de jazz, solos cómicos, dúos románticos, bailes de swing, ballet clásico, ballet acuático, la inevitable conga de la época coreografías caleidoscópicas… Esta variedad de estilos, que puede aparentar atractiva supone, por el contrario, la dilución de cada número en la mezcolanza resultante. Termina la película y nada queda. Puede llegar a dudarse incluso de si la película contenía números musicales. El batiburrillo, el confuso hilo narrativo y los ajados diálogos cómicos provocan la declaración de ruina del conjunto.

Para la trama se intenta construir un argumento sobre el humor absurdo pero sólo afloran gags inconexos, referidos a una época muy concreta y que hoy han perdido referencias y sustancia. No se trata de un humor de raíz, de autor, básico, atemporal, universal, Keaton, Chaplin. Son bromas gruesas, parodias excesivamente pegadas a la época, como la entonces popular película Here Comes Mr. Jordan (Hall, 1941). A un musical le basta un guion muy simple pero uno hecho a base de chistes es imposible de seguir. Seguramente en 2050 tampoco nadie se reirá viendo nuestras parodias de los grandes éxitos de Hollywood.

En la parte positiva, es un musical con sanas aspiraciones de renovación y, si se atiende únicamente a sus números, se pueden disfrutar tres buenas escenas. En su orden de aparición, las dos canciones cómicas interpretadas por la vigorosa Martha Raye, What Kind of Love Is This y, sobre todo, Watch the Birdie, bien llevadas y deslucidas por el conjunto.

Y, más como documental que como número de película musical, destaca un instrumental bailado. El tema está interpretado por Slim Gaillard & Slam Stewart. En la escena, los músicos se van incorporando uno a uno y, cuando se incorpora el baterista, ejecuta un solo, cambia el ritmo y da entrada a cuatro parejas de soberbios bailarines acróbatas, The Congeroo Dancers, que cuajan cinco minutos de baile inolvidables.