Tras el buen resultado de You'll Never Get Rich (Lanfield, 1941) la Columbia reúne de nuevo a su estrella, Rita Hayworth, con Fred Astaire. Como peaje a la política geoestratégica y a las ayudas del estado, la trama de la película transcurre en Buenos Aires y, para darle recorrido musical e imprimirle sabor latino, las canciones compuestas por Mercer y Kern están interpretadas por Xavier Cugat y su orquesta.

La obra no funcionó. La película es rocosa; el argumento, que pretende ser más comedia que musical, no progresa, pues el reparto no cuenta con actores cómicos para llevarlo adelante. Todo deviene forzado y las escenas quedan perdidas en un territorio que sale del teatro pero no llega al cine. En realidad, ningún actor parece estar cómodo. Al gran Menjou le toca interpretar un papel ora gélido ora gritón, sin matices; acaso el realizador creyese que esa era la forma correcta de representar a un sudamericano ante el público estadounidense. Y los comparsas son muchos e irrelevantes.

Astaire, siempre solvente como galán de comedia romántica, tampoco acaba de encajar. Da la impresión que tanto a él como a su entorno le empieza a pesar ya no tanto su edad, 43 años, como los prejuicios sobre su edad para el papel de galán. Sólo se entiende así que –acaso para que los espectadores no detectaran los signos del rigor mortis– alguien indicara a Astaire que gesticulara e hiciera visajes con el rostro de una manera anormal.

La parte musical deja también alguna decepción, como el solo de tap de Astaire, Audition Dance. Astaire intenta sazonar su rutina con ritmos latinos, pero queda cruda, sin cocinar, no fluye y pierde toda su personalidad. El primer número de Astaire con Hayworth, I'm Old Fashioned, tampoco funciona. Empieza con la interpretación de Hayworth, doblada por Nan Wynn, y en el baile posterior parece que alguien les dobla a los dos.

Pero, como sucede con cierta frecuencia en los musicales, aunque la película sea mala, hay tanto talento y sensibilidad reunida que es fácil que salte la chispa y se cree algo diferente y duradero. Un oasis. En este caso, corresponden a los dúos de Astaire y Hayworth y su buena química. El primero es The Shorty George, en el que bailan, acompañados por la banda de Cugat, una combinación de tap y swing de desbordante alegría y vitalidad.

El segundo número reseñable es el baile de salón que interpreta la apareja con una versión instrumental del tema You Were Never Lovelier

Entre lo más deslumbrante de la película están los modelos que Irene –Irene Maud– diseñó para vestir (?) a la radiante Hayworth. Irene había saltado a la fama diseñando los trajes de Ginger Rogers en Shall We Dance (Sandrich, 1937) y su trabajo quedaría unido al género con el vestuario de películas como Meet me in St Louis (Minnelli, 1944), Ziegfeld Follies (Minnelli, 1945) The Harvey Girls (Sidney, 1946), Easter Parade (Walters, 1948) o The Pirate (Minnelli, 1948).